CAPÍTULO DOS


El amanecer llegó, con Yunho sintiéndose más descansado de lo que se había sentido en mucho tiempo. Dejó la fiesta antes de que comenzara realmente. No creía estar listo, aún, para algo más que socializar, y la única persona que había atraído su interés, era el tímido pelinegro. Hacer una escena en público, no habría sido una buena idea.
La pálida luz del sol se filtraba por las ventanas. Eran los primeros días de primavera, se esperaba que fueran más claros y cálidos de lo normal. Tenía una cita, para almorzar, que aguardaba con gran interés. Obtener información de Jaejoong, anoche, se había parecido al juego de las veinte preguntas. El pálido joven sólo contestaba preguntas directas. Yunho quería saber más. En vez de seguir con la conversación forzada, le pidió a Jaejoong que almorzara con él. Tal vez, sin un montón de gente mirándolos, Yunho podría obtener más respuestas.
El reloj indicaba casi las nueve. Se estiró perezosamente y fijó la vista al techo. Entre su curiosa mente, meditando sobre Jaejoong, y los vasos de whisky que había bebido, no mantuvo su habitual conversación nocturna, con Karam.
—Necesita a alguien —susurró—. Y yo también. Sé que lo entiendes. Eso no significa que no te extrañe. Siempre te amaré.
 —Las familiares punzadas de lágrimas lo hicieron parpadear rápidamente—. Tal vez, ayudarlo a curarse, me ayude a mí también.
Rodando fuera de la cama, se dirigió a la ducha. No había decidido dónde llevar a Jaejoong a almorzar. Traerlo aquí no era una idea muy buena. El joven podría sacar conclusiones erróneas de eso.
Almorzar en un lugar tranquilo y público sería una idea mejor. Algún lugar que no fuera tan amenazador, que no se relacionara con el mundo BSDM, probablemente sería lo mejor, pero la tendencia al servilismo de Jaejoong podría ser embarazosa. Karam había mostrado respeto a Yunho en casa o en clubes o casas de amigos de similar mentalidad, donde era apropiado.
El agua caliente derramándose en él, se sintió bien. De pie, con las manos contra el frente de la ducha, dejó que el agua cayera sobre su cabeza. Sus pensamientos regresaron a Jaejoong. La pálida cara y sus tristes ojos negros, había revoloteado en sus sueños. El respeto casi natural y la sumisión de Jaejoong hicieron que su polla también se interesara.
La idea de sus piernas, abiertas completamente, para el placer de Yunho, lo hizo jadear de excitación. Su polla se engrosó, al imaginar la espalda fina , blanca y el culo del joven. Por su pigmentación, el hombre era obviamente pelinegro natural, pero se preguntó si su ingle estaría afeitada o si el vello sería del mismo color que el de su cabeza.
La camisa abierta que Jaejoong llevaba anoche revelaba un pecho lampiño, músculos suaves y diminutos pezones rosados. No tenía piercings visibles, ni siquiera en las orejas. Sus labios eran un poco menos llenos de lo que le gustaba, como los de Karam, pero, aún así, lo tentaban.
Yunho no había tenido un orgasmo satisfactorio, desde antes de la muerte de Karam. Masturbarse, con el solo propósito de descargarse, no le interesaba. En las raras ocasiones, cuando se ponía duro, la necesidad se aplacaba, incluso antes de correrse. Pero imaginar esos
ojos negros intensos mirándolo, con los labios de Jaejoong apretados alrededor de su polla, lo hicieron tomar la inflamada erección en sus manos. Unos cuantos bombeos rudos, y vio su semilla girar alrededor del desagüe de la ducha y ser arrastrada.
Quizás, su casa sería el mejor lugar para almorzar. Si se convirtiera en algo más que un almuerzo...
La puerta de la residencia de Yoochun se abrió, antes que Yunho tuviera la posibilidad de llamar. Cuando entró, Jaejoong se mantuvo silenciosamente a un lado.
Yoochun esperaba en la sala de estar con Junsu.
—Bienvenido, amigo mío. —Agarró la mano de Yunho firmemente. Junsu sonrió e inclinó la cabeza, cómo saludo. Yoochun se dio vuelta hacia Jaejoong.
—Ve a buscar tu chaqueta. Todavía está fresco afuera.
Todos miraron, mientras el joven salia apresuradamente del cuarto.
—Adelante, Junsu. —La voz de Yoochun era tranquila cuando le dio permiso para hablar.
—Está sumamente nervioso, pero muy excitado. He estado intentando aconsejarlo, pero está muy perdido sin un Amo. —Junsu mantuvo su voz en tono bajo mientras se dirigía a Yunho—. No sé dónde planeas llevarlo, pero no recomendaría ningún lugar público, fuera de nuestro círculo.
—Ya pensé en eso. Decidí que almorzaríamos en mi casa. —
Yunho miró con inquietud el corredor por donde Jaejoong había
desaparecido.
Junsu asintió con la cabeza.
—Probablemente será lo mejor. Es casi agorafóbico. No creo que su Amo le permitiera salir de casa.
—Bien. Seré cuidadoso, Junsu. Gracias.
Su conversación quedó interrumpida con el regreso de Jaejoong.
Yunho reflexionaba sobre las palabras de Junsu mientras conducía
hacia su casa. ¿En qué se estaba metiendo?
Un vistazo a Jaejoong, revelaba a un joven asustado con una mano dentro del bolsillo de la chaqueta, la cual seguramente estaba apretada alrededor de su collar.
Optando por no hablar en el coche, condujo en silencio por el
resto del recorrido.
El alivio fue evidente en la postura de Jaejoong, que se relajó un
poco al entrar en el garaje. Su enorme suspiro casi provocó una
sonrisa burlona en Yunho.
La decisión de comer allí había sido definitivamente una buena
idea. Había ordenado una comida fría en un restaurante local. La
mesa ya estaba puesta y la comida en el refrigerador.
—Toma asiento. Traeré la comida. —Yunho se movió al
refrigerador, pero la tensión de Jaejoong se intensificó.
El agarrotamiento de su cuello y los dientes apretados
mostraban su incomodidad con que alguien lo sirviera a él.
—Pensándolo bien, toma esto. —Le dio al angustiado joven una
fuente con pollo frito al curry antes de que Yunho agarrara la ensalada
y una botella de vino blanco.
Después de permitir que Jaejoong sostuviera su silla para él, Yunho
le hizo señas para que se sentara.
—Jaejoong, tienes que escuchar atentamente. Hasta que
lleguemos a un acuerdo o un contrato como el que mencioné anoche,
no tienes que servirme. Este almuerzo es solo para que podamos
conocernos mejor y ver si queremos llevar las cosas más lejos.
Jaejoong asintió con la cabeza, sus músculos se pusieron tirantes
por la ansiedad mientras se sentaba.
—Dime que lo entiendes. Quiero oírte. Quiero que me digas qué
piensas, qué es lo que quieres. Esto es parte de llegar a conocernos
uno al otro.
—Sí, Amo, entiendo.
Yunho suspiró y cambió de tema, mientras llenaba el plato de
Jaejoong y luego el propio. Incluso aquel simple gesto puso a Jaejoong
nervioso. ¿Qué tipo de monstruo lo había entrenado?
—Come, Jaejoong. Está bien.
Los pálidos ojos negros volaron de Yunho a su plato con comida y
de vuelta hacia él, casi como si esperara que fuera una trampa o una
broma.
Tal vez no fue tan buena idea. La propia psique de Yunho estaba
demasiado frágil, lidiando con la pérdida de Karam. Tener a alguien tan
asustado cerca... Y de nuevo, Jaejoong había apartado la pena de su
mente, por un rato.
Levantándose despacio, para no asustar a su nervioso invitado,
Yunho dio vuelta por detrás de Jaejoong.
Los músculos en su cuello se hinchaban con la tensión.
Con cuidado colocó sus manos sobre los hombros de Jaejoong, lo
que hizo al joven estremecerse, aunque lo controló rápidamente.
Frotando los agarrotados hombros con las palmas de sus manos, se
inclinó para susurrarle:
—Jaejoong, tienes que relajarte. No voy a castigarte por nada. No
eres mío para castigarte. —Los dedos de Yunho comenzaron a
masajear la tensa carne—. Quiero que comas. Quiero que me hables.
Necesito saber cosas sobre ti, sobre tu último Amo, tal como tú tienes
que conocer cosas sobre mí. No te meterás en problema por hacer cualquiera de estas cosas.
El temblor bajo las manos de Yunho, empezó lento, pero pronto el joven temblaba con fuerza.
Deslizando sus brazos alrededor del pecho de Jaejoong, Yunho susurró:
—Está bien, Jaejoong. Está bien.
Liberándose y prácticamente cayendo de la silla, Jaejoong se arrastró hacia Yunho y abrazó sus piernas.
—Sólo quiero servir, Amo. Por favor... necesito...
Aflojando el férreo apretón del desesperado hombre, Yunho se agachó. Con sus brazos alrededor de Jaejoong, lo levantó y, manteniéndolo estrechamente abrazado, lo llevó hacia la sala de estar y al sofá.
Bajando a Jaejoong con él, Yunho lo abrazó, a pesar de su débil resistencia. ¿Acaso  Hyun Joong nunca le había mostrado ternura o preocupación?
—Jaejoong, cálmate. Aún puedo dejar que me sirvas, pero quiero saber sobre ti primero. Hay cosas de las que tenemos que hablar. — Yunho no sabía qué fue lo que funcionó, si el tono severo que había usado o la promesa de que le permitiría servirlo, pero la débil resistencia cesó.
El cuerpo de Jaejoong se quedó casi flácido contra él, la cabeza apoyada sobre su pecho.
El calor de un cuerpo contra Yunho despertó algo más que sólo preocupación por su aterrorizado invitado, pero tenía que anular su excitación. Nada evitó que su polla aumentara contra los vaqueros. Y no escapó de la atención de Jaejoong.
—Por favor, déjeme... —con mano temblorosa, Jaejoong acarició el
aumento ahora visible—. Por favor, Amo. El susurro lastimero desgarró el corazón de Yunho, pero le envió una descarga de calor a la ingle. Asintiendo con la cabeza, se reclinó en el sofá para ver lo que Jaejoong hacía.
Sin intentar ningún otro contacto, un beso o una caricia, Jaejoong se deslizó al piso, arrodillándose entre las piernas de Yunho, y desabrochó sus vaqueros. Liberando la dolorida polla de los boxers, Jaejoong chupó la punta, para luego lamer alrededor de la corona. Una mano se deslizó más profundo, acariciando sus pelotas, mientras la boca de Jaejoong se abría para tomarlo entero.
Los músculos de su garganta se contrajeron alrededor de la sensible cabeza de su polla.
—Oh, Dios —gimió Yunho. Recostándose con los ojos cerrados, dejó que sus dedos vagaran por el corto y espeso pelo de Jaejoong.
Había pasado tanto tiempo, casi una eternidad, desde la última vez que se había sentido tan bien—. Sí... Oh, sí —gimió.
La boca de Jaejoong se retiró para detenerse sobre la punta. Una lengua caliente golpeó la sensible hendidura. Tan tímido como era, así de osada era su boca. Tomándolo profundamente otra vez, casi agresivamente, la lengua de Jaejoong trabajó con firmeza contra su polla. Yunho no podría aguantar mucho más sin explotar. No quería que terminara tan pronto.
Tirando bruscamente del cabello entre sus dedos, alejó a Jaejoong.
Deslizando sus manos bajo los brazos de éste, lo atrajo encima de él.
Los labios sonaron con fuerza, dientes chocando mientras Yunho lo besaba.
La boca de Jaejoong se abrió obedientemente, pero no había pasión en sus labios. Sus brazos quedaron a los lados, no dándole la bienvenida a su abrazo ni defendiéndose de él.
—Bésame, Jaejoong —susurró Yunho—. Bésame tú también.
Despacio, los suaves y finos labios comenzaron a moverse.
La lengua de Yunho persiguió a la evasiva de Jaejoong, besándolo profundamente y enredándose en la cálida carne húmeda.
—Abrázame —susurró, mientras jadeaba por aire—. Rodéame con los brazos.
Los brazos de Jaejoong obedecieron, pero su abrazo era débil.
—Más apretado, Jaejoong. Abrázame más fuerte.
Yunho movió una mano entre ellos y la deslizó hasta abrir el
botón de los vaqueros de Jaejoong. Bajando la cremallera, buscó la
erección del hombre más joven, sólo para encontrar la carne fláccida.
Tomando las flojas pelotas, su mano encontró un anillo en la polla,
tan apretado que era peligroso. El flujo de sangre a su pene y pelotas también estaría constreñido .
Si el daño era permanente, Jaejoong sería con seguridad un eunuco.
Los dedos de Yunho hurgaron para liberarlo, pero no pudo quitarlo.
—Jaejoong, quiero quitarte esto. ¿Cómo se abre? El cuerpo contra Yunho se tensó.
—Mi Amo dijo que no podía quitármelo. Sólo para rasurarme.
Yunho retiró su mano de los vaqueros. Usando ambas manos tomó la pálida y pecosa cara y obligó a Jaejoong a mirarlo a los ojos.
Una decisión precipitada, pero ya estaba tomada, sin embargo.
—Jaejoong, escúchame con cuidado. Él ya no es más tu Amo. Esta tarde prepararé un contrato entre tú y yo perfilando tus
responsabilidades y las mías. —Ver sus ojos brillando con esperanza y alegría, casi mató a Yunho por tener que apagarlos—. Será temporal.
Treinta días. Durante ese tiempo serás mío. Me obedecerás, seguirás mis reglas, no las de tu viejo Amo, y te comportarás como yo indique.
Si no lo haces, serás castigado. Por otra parte, soy responsable de tu
seguridad, tu salud y tus condiciones de vida. —Apretando la cara de Jaejoong con cuidado, siguió—: ¿Entiendes lo que digo?
—Sí, Amo. —Las lágrimas llenaban los ojos de Jaejoong.
—Bien, la primera cosa que voy a ordenarte hacer es que te quites el anillo del pene. Lo llevarás únicamente siempre y cuando yo quiera. ¿Lo entiendes?
—Sí, Amo —dijo Jaejoong, sin aliento cuando se alejó de Yunho.
Dejando caer sus pantalones sin vacilación ni vergüenza, hurgó en la apretada correa alrededor del pene y las pelotas. Resultó que era elástica, como una banda de goma.
Yunho se estremeció al pensarlo. Había leído una vez que los carneros eran castrados usando un método similar.
—Sácate los zapatos y termina de quitarte los vaqueros. Quiero examinarte.
Jaejoong rápidamente obedeció y se paró delante de Yunho, tan solo con camisa y calcetines.
Parecería tonto si la situación no fuera tan seria.
Acarició el pene fláccido circuncidado, pálido como el resto de la
piel de Jaejoong. Tirando de la carne blanda con cuidado primero a un lado y luego el otro, examinó la piel más oscura donde había estado el anillo. Curiosamente, Jaejoong no reaccionó. Mirándolo, Yunho vio la tensión en sus hombros y en su cuello.
—¿Te hace daño que te toque?
—No, Amo.
—¿Te excita algo, siquiera?
—No se supone que deba estar excitado. Mi Amo dijo...
Yunho deslizó una mano alrededor del culo de Jaejoong y golpeó
una nalga. El entusiasmo fluyó por Yunho, directamente a su todavía erguido miembro.
—Yo soy tu Amo ahora. Recuérdalo. Tú haces lo que yo digo. 
— Otra nalgada por añadidura envió fuego a través de Yunho.
—Sí, Amo. ¿Qué tengo que hacer? ¿Cómo puedo servirte?
Sosteniendo la carne, todavía blanda, del pene de su nuevo esclavo, chupó con cuidado la punta. Podía sentir un estremecimiento correr a través de Jaejoong. Cuando se separó sonreía.
—Te quiero duro, sufriendo y rogando por mi toque.
Despacio, la suave carne comenzó a ponerse rígida.
Yunho lamió la cabeza, jugando en la hendidura con la punta de
su lengua. Otra fuerte nalgada trajo un gemido desde arriba y más
evidencia de que la polla de Jaejoong no tenía daños permanentes.
Yunho lamió y pellizcó alrededor de la corona que se hinchaba.
Sus dedos encontraron la afeitada y sedosa textura de las irresistibles pelotas de Jaejoong. Haciendo rodar los sacos apretando suavemente, Yunho tragó la creciente polla, disfrutando de sentir la erección endureciéndose en su boca.
—Amo... —La palabra salió como un quejido, el primer signo audible del placer de Jaejoong.
Yunho se alejó lo suficiente como para hablar.
—¿Qué, Jaejoong? ¿Qué quieres?
—Servirte —gimió.
Después de saborear una última vez la carne dura, se levantó.
Acercando a Jaejoong, lo besó con fuerza, entrechocando sus dientes, y empujando la lengua profundamente en su boca.
El movimiento repentino desequilibró al joven. Instintivamente colocó sus brazos alrededor de Yunho para evitar caer. Sus cuerpos se encontraron con fuerza bruta, las duras pollas se apretaban entre ellos.
No queriendo abandonar la boca de Jaejoong, Yunho los movió despacio hacia el cuarto de juegos. Mientras empujaba la puerta abierta y movía a Jaejoong a través de ella, la pasión de Yunho vaciló brevemente. Desde que Karam muriera, raras veces entraba aquí. Los recuerdos eran demasiado dolorosos.
Las manos desesperadas, que se agarraron a la camisa en su espalda, rápidamente devolvieron su mente al presente.
Sufriendo por alivio, Yunho movió a Jaejoong hacia el mueble más
cercano, un cabestrillo grande de cuero. Empujándolo sobre él, todavía vestido solo con camisa y calcetines, Yunho rápidamente aseguró sus muñecas y tobillos en los grilletes.
Inclinándose sobre su esclavo ahora cautivo, lo besó con fuerza mientras sus dedos tanteaban los botones de la camisa de Jaejoong. Hurgando con deseo, se enderezó, agarró ambos lados de la camisa y les dio un tirón. Los botones volaron exponiendo el pálido pecho.
La respiración rápida y los puños apretados fueron los únicos signos, más allá de la rígida polla, de su excitación. Ningún gemido, ninguna súplica, ningún sonido.  Hyun Joong debía haber exigido silencio. Yunho no lo necesitaba.
—Háblame, Jaejoong. Dime qué sientes. —Yunho pellizcó un pezón diminuto, un pellizco apacible—. ¿Se siente bien?
—Sí, Amo.
Un pequeño gemido acompañó las palabras que hicieron sonreír a Yunho.
—Escúchame atentamente. Soy tu nuevo Amo. A excepción de la obediencia, todas las reglas de  Hyun Joong se han ido. Aprenderás las mías. ¿Entiendes? —Yunho pellizcó el pezón que se endureció de nuevo, esta vez con un poco más de presión.
—Sí, Amo.
—Una de mis reglas: A no ser que te pida silencio, quiero oírte
cuando jugamos. Quiero oír tus gemidos, tus gritos. ¿Cómo puedo
saber si lo que hago es bueno para ti si no me lo dices?
—Sí, Amo. —Esta vez el gemido que exhaló fue fuerte.
Tomando la hinchada y goteante polla de Jaejoong, la acarició con su mano suavemente. Se inclinó hasta que sus labios casi tocaron las orejas de Jaejoong.
—Quiero que sientas placer en el dolor —le susurró.
—Sí... Amo...
Alcanzándolo con su otra mano, Yunho pellizcó ahora un endurecido pezón apretándolo con fuerza.
—Dime qué sientes.
—Bu… bueno, Amo. Bueno...
La palabra tartamudeada hizo sonreír a Yunho. Había decidido darle pequeños pellizcos y tocarlo con las manos. Hasta que no fuera adiestrado, cualquier cosa más ruda podría ser peligrosa. Jaejoong podría no decirle cuándo parar, si las cosas iban demasiado lejos.
Con una caricia alrededor de la goteante polla, Yunho caminó hacia el cajón de los juguetes. Pequeños instrumentos de dolor, abrazaderas, castigadores y similares, estaban almacenados en los cajones de un alto aparador. Los condones y varios lubricantes estaban colocados allí también. Agarrando el lubricante y un condón, Yunho miró algunas abrazaderas de pezones. ¿Un par no muy apretado, quizás? De la clase que usaba como preparación para unas más apretadas. Tomando las abrazaderas, se volvió hacia Jaejoong.
Sus negros ojos llenos de lágrimas lo miraron.
—¿Qué está mal, Jaejoong? —Yunho volvió de una zancada rápidamente hacia el cabestrillo donde estaba atado el esclavo.
Depositando sus juguetes en el cuero a su lado, Yunho acarició el
brillante pelo negro—. Háblame.
—Mi… mi polla, Amo. Duele.
Besando las lágrimas junto con el sudor que se deslizaba hacia abajo por la cara de Jaejoong, Yunho susurró:
—¿Cuándo fue la última vez que te permitieron correrte?
—No me lo permiten...
—Ahora sí. —Una llamarada de cólera abrumó a Yunho. A veces,
él se lo había negado a Karam, pero sólo para obtener más placer. Que no le hubiera permitido correrse era absolutamente inconcebible.
¿Cómo podría  Hyun Joong negarle, a su esclavo, algo tan básico? No era cuestión de torturar por torturar. Se trataba de encontrar placer en el dolor entre personas que pensaban de forma similar, en obtener placer de infringirlo y placer de recibirlo. Se preguntó si Jaejoong realmente había disfrutado del dolor o si sólo había sido condicionado para ello.
Agarrando el lubricante, se movió alrededor del cabestrillo y entre las piernas de Jaejoong. Después de lubricarse los dedos de la mano izquierda, Yunho agarró la polla hinchada con la derecha.
—Vas a correrte para mí. —Bajando su cara a la enojada y rojiza carne, Yunho chupó la punta mientras su dedo lubricado buscaba
el fruncido agujero de Jaejoong—. Córrete para mí ahora, Jaejoong. Quiero probarte.
Trabajando con su dedo en el apretado pasaje, mientras su boca chupaba la cabeza del caliente falo, Yunho probó un chorro de pre
eyaculación. Su pulgar embutido contra el perineo, en tanto su dedo
buscaba la próstata de Jaejoong. La otra mano de Yunho sostenía la base de su polla, sus dedos masajeaban las apretadas pelotas. Su boca liberó la carne caliente, Yunho susurró:
—Ahora, Jaejoong. Déjame probarte.
La boca de Yunho apenas cubrió el eje rígido, antes de que el primer chorro de fluido acre llegara a su lengua. Retirando su boca otra vez, le susurró:
—Déjame oír cómo se siente. —Su corrida salpicó sus labios—.
Déjame oírte. Dime cómo te sientes. —Su boca engulló la carne dura otra vez. Deslizando un segundo dedo en el paso aterciopelado, apretó contra el nudo duro de la próstata de Jaejoong.
—Oh, Dios, se siente tan bien, tan bueno, Amo, tan bueno…
El balbuceo de Jaejoong, hizo sonreír a Yunho alrededor de la carne todavía dura. Chupándolo hasta dejarlo seco, agregó un tercer dedo al agujero que se aflojaba. Su propia polla necesitaba de seria atención.
 Liberó a Jaejoong y deslizó sus dedos del tentador culo. Rodando un condón y lubricándose él mismo generosamente, miró las lágrimas que se derramaban bajo la cara de Jaejoong.
—¿Te duele? Jaejoong sacudió su cabeza diciendo no, pero sus lágrimas no disminuyeron.
Yunho se apoyó hacia adelante y besó el líquido salado de sus mejillas.
—¿Quieres que me detenga?
—No, Amo...
Sosteniendo su polla estable, Yunho se alineó con el agujero de
Jaejoong. Empujando despacio, más allá del apretado anillo de
músculos, Yunho gimió de placer.
—Se siente bueno...
Jaejoong suspiró y empujó contra la carne invasora de Yunho.
Hundiéndose profundamente hasta las pelotas, luchó contra el
impulso de vaciar su semen en la vaina aterciopelada. No quería que terminara tan pronto. Inclinándose hacia adelante, sus labios capturaron los de Jaejoong.
El cuello de Jaejoong se estiró, para alcanzar un contacto más cercano. Tirando de sus grilletes, los delgados músculos de sus brazos se abultaron.
Los gemidos del joven fueron como fuego, quemando a través de Yunho.
—Háblame, Jaejoong —susurró, sus labios rozaron los de Jaejoong—.Dime qué sientes.
—Bien…tan bien…Amo...
Yunho no podía moverse más rápido sin perderse. Los apretados
músculos se adhirieron a él mientras Jaejoong luchaban para moverse
contra él. La polla, aún erecta, del joven rozaba contra el estómago
de Yunho. Deslizando sus manos bajo el cuerpo sudado de Jaejoong, Yunho encontró su boca con duros besos. El gusto a cobre de la sangre en su labio lastimado, no paró el asalto sobre la boca de Jaejoong.
Los golpes lentos y estables, en el cuerpo apretado,
rápidamente se hicieron frenéticos, cuando Yunho comenzó a perder el
control. Sufría por esto, necesitaba esto; un esclavo dispuesto que le
pidiera más, un cuerpo caliente para hacer lo que se le antojara.
Alguien a quien cuidar, alguien a quien amar.
—Córrete conmigo, Jaejoong... —susurró rudamente. Las lágrimas
de Yunho se mezclaron con las de Jaejoong mientras su cuerpo explotaba. El esperma caliente mojó su vientre cuando Jaejoong se corrió otra vez. Tan perdido como Jaejoong, aunque a su manera, lágrimas, sudor, saliva y semen se mezclaron cuando encontró, de nuevo, vida en el cuerpo de Jaejoong.


continuara




4 comentarios:

  1. ahhhhhh ese hyun joong era tan maloo.. Diossss al menos yunnie acepto... aunq sea 30 dias~~ se que se enamorara de el.. lo se..*---*

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  2. por fin después de mucho tiempo yunho encontró a su pareja ideal aun que el creo no lo sabe espero y siempre permanezcan juntos y no nomas 30 días sino
    pues estoy mas que segura que el tratara mucho mejor a jae que lo que ese maldito hizo con el yunho lo llenara de ternura y amor espero y jae no se asuste con el cambio de golpes por caricias y que se adapte pronto a yunho

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  3. KHJ es un ... Como ha hecho sufrirá Jae, afortunadamente Yunho es todo lo contrario y quiere que Jae disfrute al igual que el del sexo...seguro pronto se recuperará...
    Gracias

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  4. Pero si hacido un desgraciado el muy ....aarg ..pero Yunho se que lo va a cambiar y lo va a tratar como es debido pero el contrato de 30 dias mmm que pasa si cambia algo entre ellos ...hay que leer jejeje

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