El amanecer llegó, con Yunho sintiéndose más descansado
de lo que se había sentido en mucho tiempo. Dejó la fiesta antes de que comenzara
realmente. No creía estar listo, aún, para algo más que socializar, y la única
persona que había atraído su interés, era el tímido pelinegro. Hacer una escena
en público, no habría sido una buena idea.
La pálida luz del sol se filtraba por las ventanas. Eran
los primeros días de primavera, se esperaba que fueran más claros y cálidos de
lo normal. Tenía una cita, para almorzar, que aguardaba con gran interés.
Obtener información de Jaejoong, anoche, se había parecido al juego de las
veinte preguntas. El pálido joven sólo contestaba preguntas directas. Yunho
quería saber más. En vez de seguir con la conversación forzada, le pidió a Jaejoong
que almorzara con él. Tal vez, sin un montón de gente mirándolos, Yunho podría obtener
más respuestas.
El reloj indicaba casi las nueve. Se estiró perezosamente
y fijó la vista al techo. Entre su curiosa mente, meditando sobre Jaejoong, y los
vasos de whisky que había bebido, no mantuvo su habitual conversación nocturna,
con Karam.
—Necesita a alguien —susurró—. Y yo también. Sé que lo entiendes.
Eso no significa que no te extrañe. Siempre te amaré.
—Las familiares punzadas
de lágrimas lo hicieron parpadear rápidamente—. Tal vez, ayudarlo a curarse, me
ayude a mí también.
Rodando fuera de la cama, se dirigió a la ducha. No había
decidido dónde llevar a Jaejoong a almorzar. Traerlo aquí no era una idea muy
buena. El joven podría sacar conclusiones erróneas de eso.
Almorzar en un lugar tranquilo y público sería una idea
mejor. Algún lugar que no fuera tan amenazador, que no se relacionara con el mundo
BSDM, probablemente sería lo mejor, pero la tendencia al servilismo de Jaejoong
podría ser embarazosa. Karam había mostrado respeto a Yunho en casa o en clubes
o casas de amigos de similar mentalidad, donde era apropiado.
El agua caliente derramándose en él, se sintió bien. De pie,
con las manos contra el frente de la ducha, dejó que el agua cayera sobre su
cabeza. Sus pensamientos regresaron a Jaejoong. La pálida cara y sus tristes
ojos negros, había revoloteado en sus sueños. El respeto casi natural y la
sumisión de Jaejoong hicieron que su polla también se interesara.
La idea de sus piernas, abiertas completamente, para el
placer de Yunho, lo hizo jadear de excitación. Su polla se engrosó, al imaginar
la espalda fina , blanca y el culo del joven. Por su pigmentación, el hombre era obviamente pelinegro natural, pero se
preguntó si su ingle estaría afeitada o si el vello sería del mismo color que
el de su cabeza.
La camisa abierta que Jaejoong llevaba
anoche revelaba un pecho lampiño, músculos suaves y diminutos pezones rosados.
No tenía piercings visibles, ni siquiera en las orejas. Sus labios eran un poco
menos llenos de lo que le gustaba, como los de Karam, pero, aún así, lo tentaban.
Yunho no había tenido un orgasmo
satisfactorio, desde antes de la muerte de Karam. Masturbarse, con el solo
propósito de descargarse, no le interesaba. En las raras ocasiones, cuando se
ponía duro, la necesidad se aplacaba, incluso antes de correrse. Pero imaginar
esos
ojos negros intensos mirándolo,
con los labios de Jaejoong apretados alrededor de su polla, lo hicieron tomar
la inflamada erección en sus manos. Unos cuantos bombeos rudos, y vio su
semilla girar alrededor del desagüe de la ducha y ser arrastrada.
Quizás, su casa sería el mejor
lugar para almorzar. Si se convirtiera en algo más que un almuerzo...
La puerta de la residencia de Yoochun
se abrió, antes que Yunho tuviera la posibilidad de llamar. Cuando entró, Jaejoong
se mantuvo silenciosamente a un lado.
Yoochun esperaba en la sala de
estar con Junsu.
—Bienvenido, amigo mío. —Agarró
la mano de Yunho firmemente. Junsu sonrió e inclinó la cabeza, cómo saludo. Yoochun
se dio vuelta hacia Jaejoong.
—Ve a buscar tu chaqueta. Todavía
está fresco afuera.
Todos miraron, mientras el joven
salia apresuradamente del cuarto.
—Adelante, Junsu. —La voz de Yoochun
era tranquila cuando le dio permiso para hablar.
—Está sumamente nervioso, pero
muy excitado. He estado intentando aconsejarlo, pero está muy perdido sin un
Amo. —Junsu mantuvo su voz en tono bajo mientras se dirigía a Yunho—. No sé dónde
planeas llevarlo, pero no recomendaría ningún lugar público, fuera de nuestro
círculo.
—Ya pensé en eso. Decidí que almorzaríamos en mi casa. —
Yunho miró con inquietud el corredor por donde Jaejoong
había
desaparecido.
Junsu asintió con la cabeza.
—Probablemente será lo mejor. Es casi agorafóbico. No
creo que su Amo le permitiera salir de casa.
—Bien. Seré cuidadoso, Junsu. Gracias.
Su conversación quedó interrumpida con el regreso de Jaejoong.
Yunho reflexionaba sobre las palabras de Junsu mientras
conducía
hacia su casa. ¿En qué se estaba metiendo?
Un vistazo a Jaejoong, revelaba a un joven asustado con
una mano dentro del bolsillo de la chaqueta, la cual seguramente estaba apretada
alrededor de su collar.
Optando por no hablar en el coche, condujo en silencio
por el
resto del recorrido.
El alivio fue evidente en la postura de Jaejoong, que se
relajó un
poco al entrar en el garaje. Su enorme suspiro casi
provocó una
sonrisa burlona en Yunho.
La decisión de comer allí había sido definitivamente una
buena
idea. Había ordenado una comida fría en un restaurante
local. La
mesa ya estaba puesta y la comida en el refrigerador.
—Toma asiento. Traeré la comida. —Yunho se movió al
refrigerador, pero la tensión de Jaejoong se intensificó.
El agarrotamiento de su cuello y los dientes apretados
mostraban su incomodidad con que alguien lo sirviera a
él.
—Pensándolo bien, toma esto. —Le dio al angustiado joven
una
fuente con pollo frito al curry antes de que Yunho
agarrara la ensalada
y una botella de vino blanco.
Después de permitir que Jaejoong sostuviera su silla para
él, Yunho
le hizo señas para que se sentara.
—Jaejoong, tienes que escuchar atentamente. Hasta que
lleguemos a un acuerdo o un contrato como el que mencioné
anoche,
no tienes que servirme. Este almuerzo es solo para que
podamos
conocernos mejor y ver si queremos llevar las cosas más
lejos.
Jaejoong asintió con la cabeza, sus músculos se pusieron
tirantes
por la ansiedad mientras se sentaba.
—Dime que lo entiendes. Quiero oírte. Quiero que me digas
qué
piensas, qué es lo que quieres. Esto es parte de llegar a
conocernos
uno al otro.
—Sí, Amo, entiendo.
Yunho suspiró y cambió de tema, mientras llenaba el plato
de
Jaejoong y luego el propio. Incluso aquel simple gesto
puso a Jaejoong
nervioso. ¿Qué tipo de monstruo lo había entrenado?
—Come, Jaejoong. Está bien.
Los pálidos ojos negros volaron de Yunho a su plato con
comida y
de vuelta hacia él, casi como si esperara que fuera una
trampa o una
broma.
Tal vez no fue tan buena idea. La propia psique de Yunho
estaba
demasiado frágil, lidiando con la pérdida de Karam. Tener
a alguien tan
asustado cerca... Y de nuevo, Jaejoong había apartado la
pena de su
mente, por un rato.
Levantándose despacio, para no asustar a su nervioso
invitado,
Yunho dio vuelta por detrás de Jaejoong.
Los músculos en su cuello se hinchaban con la tensión.
Con cuidado colocó sus manos sobre los hombros de Jaejoong,
lo
que hizo al joven estremecerse, aunque lo controló
rápidamente.
Frotando los agarrotados hombros con las palmas de sus
manos, se
inclinó para susurrarle:
—Jaejoong, tienes que relajarte. No voy a castigarte por
nada. No
eres mío para castigarte. —Los dedos de Yunho comenzaron
a
masajear la tensa carne—. Quiero que comas. Quiero que me
hables.
Necesito saber cosas sobre ti, sobre tu último Amo, tal
como tú tienes
que conocer cosas sobre mí. No te meterás en problema por
hacer cualquiera de estas cosas.
El temblor bajo las manos de Yunho, empezó lento, pero
pronto el joven temblaba con fuerza.
Deslizando sus brazos alrededor del pecho de Jaejoong, Yunho susurró:
—Está bien, Jaejoong. Está bien.
Liberándose y prácticamente cayendo de la silla, Jaejoong
se arrastró hacia Yunho y abrazó sus piernas.
—Sólo quiero servir, Amo. Por favor... necesito...
Aflojando el férreo apretón del desesperado hombre, Yunho
se agachó. Con sus brazos alrededor de Jaejoong, lo levantó
y, manteniéndolo estrechamente abrazado, lo llevó hacia la
sala de estar y al sofá.
Bajando a Jaejoong con él, Yunho lo abrazó, a pesar de su
débil resistencia. ¿Acaso Hyun Joong nunca le había mostrado ternura o preocupación?
—Jaejoong, cálmate. Aún puedo dejar que me sirvas, pero
quiero saber sobre ti primero. Hay cosas de las que tenemos que
hablar. — Yunho no sabía qué fue lo que funcionó, si el tono severo
que había usado o la promesa de que le permitiría servirlo, pero la
débil resistencia cesó.
El cuerpo de Jaejoong se quedó casi flácido contra él, la
cabeza apoyada sobre su pecho.
El calor de un cuerpo contra Yunho despertó algo más que
sólo preocupación por su aterrorizado invitado, pero tenía que anular su excitación. Nada evitó que su polla aumentara contra los
vaqueros. Y no escapó de la atención de Jaejoong.
—Por favor, déjeme... —con mano temblorosa, Jaejoong
acarició el
aumento ahora visible—. Por favor, Amo. El susurro lastimero desgarró el corazón de Yunho, pero
le envió una descarga de calor a la ingle. Asintiendo con la cabeza, se reclinó en el sofá para ver lo que Jaejoong hacía.
Sin intentar ningún otro contacto, un beso o una caricia,
Jaejoong se deslizó al piso, arrodillándose entre las piernas de Yunho,
y desabrochó sus vaqueros. Liberando la dolorida polla de
los boxers, Jaejoong chupó la punta, para luego lamer alrededor de la
corona. Una mano se deslizó más profundo, acariciando sus pelotas,
mientras la boca de Jaejoong se abría para tomarlo entero.
Los músculos de su garganta se contrajeron alrededor de
la sensible cabeza de su polla.
—Oh, Dios —gimió Yunho. Recostándose con los ojos
cerrados, dejó que sus dedos vagaran por el corto y espeso pelo de Jaejoong.
Había pasado tanto tiempo, casi una eternidad, desde la
última vez que se había sentido tan bien—. Sí... Oh, sí —gimió.
La boca de Jaejoong se retiró para detenerse sobre la
punta. Una lengua caliente golpeó la sensible hendidura. Tan tímido
como era, así de osada era su boca. Tomándolo profundamente otra vez,
casi agresivamente, la lengua de Jaejoong trabajó con firmeza
contra su polla. Yunho no podría aguantar mucho más sin explotar.
No quería que terminara tan pronto.
Tirando bruscamente del cabello entre sus dedos, alejó a Jaejoong.
Deslizando sus manos bajo los brazos de éste, lo atrajo
encima de él.
Los labios sonaron con fuerza, dientes chocando mientras Yunho
lo besaba.
La boca de Jaejoong se abrió obedientemente, pero no
había pasión en sus labios. Sus brazos quedaron a los lados, no
dándole la bienvenida a su abrazo ni defendiéndose de él.
—Bésame, Jaejoong —susurró Yunho—. Bésame tú también.
Despacio, los suaves y finos labios comenzaron a moverse.
La lengua de Yunho persiguió a la evasiva de Jaejoong,
besándolo profundamente y enredándose en la cálida carne húmeda.
—Abrázame —susurró, mientras jadeaba por aire—. Rodéame con los brazos.
Los brazos de Jaejoong obedecieron, pero su abrazo era
débil.
—Más apretado, Jaejoong. Abrázame más fuerte.
Yunho movió una mano entre ellos y la deslizó hasta abrir
el
botón de los vaqueros de Jaejoong. Bajando la cremallera,
buscó la
erección del hombre más joven, sólo para encontrar la
carne fláccida.
Tomando las flojas pelotas, su mano encontró un anillo en
la polla,
tan apretado que era peligroso. El flujo de sangre a su
pene y pelotas también estaría constreñido .
Si el daño era permanente, Jaejoong sería con seguridad
un eunuco.
Los dedos de Yunho hurgaron para liberarlo, pero no pudo quitarlo.
—Jaejoong, quiero quitarte esto. ¿Cómo se abre? El cuerpo contra Yunho se tensó.
—Mi Amo dijo que no podía quitármelo. Sólo para
rasurarme.
Yunho retiró su mano de los vaqueros. Usando ambas manos tomó la pálida y pecosa cara y obligó a Jaejoong a
mirarlo a los ojos.
Una decisión precipitada, pero ya estaba tomada, sin
embargo.
—Jaejoong, escúchame con cuidado. Él ya no es más tu Amo.
Esta tarde prepararé un contrato entre tú y yo perfilando tus
responsabilidades y las mías. —Ver sus ojos brillando con
esperanza y alegría, casi mató a Yunho por tener que apagarlos—. Será
temporal.
Treinta días. Durante ese tiempo serás mío. Me
obedecerás, seguirás mis reglas, no las de tu viejo Amo, y te comportarás como
yo indique.
Si no lo haces, serás castigado. Por otra parte, soy
responsable de tu
seguridad, tu salud y tus condiciones de vida. —Apretando
la cara de Jaejoong con cuidado, siguió—: ¿Entiendes lo que digo?
—Sí, Amo. —Las lágrimas llenaban los ojos de Jaejoong.
—Bien, la primera cosa que voy a ordenarte hacer es que
te quites el anillo del pene. Lo llevarás únicamente siempre
y cuando yo quiera. ¿Lo entiendes?
—Sí, Amo —dijo Jaejoong, sin aliento cuando se alejó de Yunho.
Dejando caer sus pantalones sin vacilación ni vergüenza,
hurgó en la apretada correa alrededor del pene y las pelotas. Resultó
que era elástica, como una banda de goma.
Yunho se estremeció al pensarlo. Había leído una vez que
los carneros eran castrados usando un método similar.
—Sácate los zapatos y termina de quitarte los vaqueros.
Quiero examinarte.
Jaejoong rápidamente obedeció y se paró delante de Yunho,
tan solo con camisa y calcetines.
Parecería tonto si la situación no fuera tan seria.
Acarició el pene fláccido circuncidado, pálido como el
resto de la
piel de Jaejoong. Tirando de la carne blanda con cuidado
primero a un lado y luego el otro, examinó la piel más oscura donde
había estado el anillo. Curiosamente, Jaejoong no reaccionó. Mirándolo, Yunho
vio la tensión en sus hombros y en su cuello.
—¿Te hace daño que te toque?
—No, Amo.
—¿Te excita algo, siquiera?
—No se supone que deba estar excitado. Mi Amo dijo...
Yunho deslizó una mano alrededor del culo de Jaejoong y
golpeó
una nalga. El entusiasmo fluyó por Yunho, directamente a
su todavía erguido miembro.
—Yo soy tu Amo ahora. Recuérdalo. Tú haces lo que yo
digo.
— Otra nalgada por añadidura envió fuego a través de Yunho.
—Sí, Amo. ¿Qué tengo que hacer? ¿Cómo puedo servirte?
Sosteniendo la carne, todavía blanda, del pene de su
nuevo esclavo, chupó con cuidado la punta. Podía sentir un
estremecimiento correr a través de Jaejoong. Cuando se separó sonreía.
—Te quiero duro, sufriendo y rogando por mi toque.
Despacio, la suave carne comenzó a ponerse rígida.
Yunho lamió la cabeza, jugando en la hendidura con la
punta de
su lengua. Otra fuerte nalgada trajo un gemido desde
arriba y más
evidencia de que la polla de Jaejoong no tenía daños
permanentes.
Yunho lamió y pellizcó alrededor de la corona que se
hinchaba.
Sus dedos encontraron la afeitada y sedosa textura de las
irresistibles pelotas de Jaejoong. Haciendo rodar los sacos apretando
suavemente, Yunho tragó la creciente polla, disfrutando de sentir la
erección endureciéndose en su boca.
—Amo... —La palabra salió como un quejido, el primer
signo audible del placer de Jaejoong.
Yunho se alejó lo suficiente como para hablar.
—¿Qué, Jaejoong? ¿Qué quieres?
—Servirte —gimió.
Después de saborear una última vez la carne dura, se
levantó.
Acercando a Jaejoong, lo besó con fuerza, entrechocando
sus dientes, y empujando la lengua profundamente en su boca.
El movimiento repentino desequilibró al joven.
Instintivamente colocó sus brazos alrededor de Yunho para evitar caer.
Sus cuerpos se encontraron con fuerza bruta, las duras pollas se
apretaban entre ellos.
No queriendo abandonar la boca de Jaejoong, Yunho los
movió despacio hacia el cuarto de juegos. Mientras empujaba la puerta abierta y movía a Jaejoong a través de ella, la pasión de
Yunho vaciló brevemente. Desde que Karam muriera, raras veces entraba
aquí. Los recuerdos eran demasiado dolorosos.
Las manos desesperadas, que se agarraron a la camisa en
su espalda, rápidamente devolvieron su mente al presente.
Sufriendo por alivio, Yunho movió a Jaejoong hacia el
mueble más
cercano, un cabestrillo grande de cuero. Empujándolo
sobre él, todavía vestido solo con camisa y calcetines, Yunho rápidamente aseguró sus muñecas y tobillos en los grilletes.
Inclinándose sobre su esclavo ahora cautivo, lo besó con
fuerza mientras sus dedos tanteaban los botones de la camisa de Jaejoong. Hurgando con deseo, se enderezó, agarró ambos lados de la
camisa y les dio un tirón. Los botones volaron exponiendo el
pálido pecho.
La respiración rápida y los puños apretados fueron los
únicos signos, más allá de la rígida polla, de su excitación.
Ningún gemido, ninguna súplica, ningún sonido. Hyun Joong debía haber exigido silencio. Yunho no lo necesitaba.
—Háblame, Jaejoong. Dime qué sientes. —Yunho pellizcó un pezón diminuto, un pellizco apacible—. ¿Se siente bien?
—Sí, Amo.
Un pequeño gemido acompañó las palabras que hicieron
sonreír a Yunho.
—Escúchame atentamente. Soy tu nuevo Amo. A excepción de la obediencia, todas las reglas de Hyun Joong se han ido. Aprenderás las mías. ¿Entiendes? —Yunho pellizcó el pezón que se
endureció de nuevo, esta vez con un poco más de presión.
—Sí, Amo.
—Una de mis reglas: A no ser que te pida silencio, quiero
oírte
cuando jugamos. Quiero oír tus gemidos, tus gritos. ¿Cómo
puedo
saber si lo que hago es bueno para ti si no me lo dices?
—Sí, Amo. —Esta vez el gemido que exhaló fue fuerte.
Tomando la hinchada y goteante polla de Jaejoong, la
acarició con su mano suavemente. Se inclinó hasta que sus labios casi tocaron
las orejas de Jaejoong.
—Quiero que sientas placer en el dolor —le susurró.
—Sí... Amo...
Alcanzándolo con su otra mano, Yunho pellizcó ahora un endurecido
pezón apretándolo con fuerza.
—Dime qué sientes.
—Bu… bueno, Amo. Bueno...
La palabra tartamudeada hizo sonreír a Yunho. Había
decidido darle pequeños pellizcos y tocarlo con las manos. Hasta que no fuera adiestrado, cualquier cosa más ruda podría ser peligrosa.
Jaejoong podría no decirle cuándo parar, si las cosas iban
demasiado lejos.
Con una caricia alrededor de la goteante polla, Yunho
caminó hacia el cajón de los juguetes. Pequeños instrumentos de
dolor, abrazaderas, castigadores y similares, estaban almacenados en los cajones de un alto aparador. Los condones y varios
lubricantes estaban colocados allí también. Agarrando el lubricante y
un condón, Yunho miró algunas abrazaderas de pezones. ¿Un par no muy apretado, quizás? De la clase que usaba como preparación
para unas más apretadas. Tomando las abrazaderas, se volvió hacia Jaejoong.
Sus negros ojos llenos de lágrimas lo miraron.
—¿Qué está mal, Jaejoong? —Yunho volvió de una zancada rápidamente hacia el cabestrillo donde estaba atado el
esclavo.
Depositando sus juguetes en el cuero a su lado, Yunho
acarició el
brillante pelo negro—. Háblame.
—Mi… mi polla, Amo. Duele.
Besando las lágrimas junto con el sudor que se deslizaba
hacia abajo por la cara de Jaejoong, Yunho susurró:
—¿Cuándo fue la última vez que te permitieron correrte?
—No me lo permiten...
—Ahora sí. —Una llamarada de cólera abrumó a Yunho. A
veces,
él se lo había negado a Karam, pero sólo para obtener más
placer. Que no le hubiera permitido correrse era absolutamente inconcebible.
¿Cómo podría Hyun
Joong negarle, a su esclavo, algo tan básico? No era cuestión de torturar por
torturar. Se trataba de encontrar placer en el dolor entre personas que pensaban de forma similar,
en obtener placer de infringirlo y placer de recibirlo. Se preguntó
si Jaejoong realmente había disfrutado del dolor o si sólo había sido
condicionado para ello.
Agarrando el lubricante, se movió alrededor del
cabestrillo y entre las piernas de Jaejoong. Después de lubricarse los
dedos de la mano izquierda, Yunho agarró la polla hinchada con la
derecha.
—Vas a correrte para mí. —Bajando su cara a la enojada y rojiza carne, Yunho chupó la punta mientras su dedo
lubricado buscaba
el fruncido agujero de Jaejoong—. Córrete para mí ahora, Jaejoong.
Quiero probarte.
Trabajando con su dedo en el apretado pasaje, mientras su boca chupaba la cabeza del caliente falo, Yunho probó un
chorro de pre
eyaculación. Su pulgar embutido contra el perineo, en
tanto su dedo
buscaba la próstata de Jaejoong. La otra mano de Yunho
sostenía la base de su polla, sus dedos masajeaban las apretadas pelotas. Su
boca liberó la carne caliente, Yunho susurró:
—Ahora, Jaejoong. Déjame probarte.
La boca de Yunho apenas cubrió el eje rígido, antes de
que el primer chorro de fluido acre llegara a su lengua.
Retirando su boca otra vez, le susurró:
—Déjame oír cómo se siente. —Su corrida salpicó sus
labios—.
Déjame oírte. Dime cómo te sientes. —Su boca engulló la
carne dura otra vez. Deslizando un segundo dedo en el paso
aterciopelado, apretó contra el nudo duro de la próstata de Jaejoong.
—Oh, Dios, se siente tan bien, tan bueno, Amo, tan bueno…
El balbuceo de Jaejoong, hizo sonreír a Yunho alrededor
de la carne todavía dura. Chupándolo hasta dejarlo seco, agregó un
tercer dedo al agujero que se aflojaba. Su propia polla necesitaba de
seria atención.
—¿Te duele? Jaejoong sacudió su cabeza diciendo no, pero sus lágrimas
no disminuyeron.
Yunho se apoyó hacia adelante y besó el líquido salado de
sus mejillas.
—¿Quieres que me detenga?
—No, Amo...
Sosteniendo su polla estable, Yunho se alineó con el
agujero de
Jaejoong. Empujando despacio, más allá del apretado
anillo de
músculos, Yunho gimió de placer.
—Se siente bueno...
Jaejoong suspiró y empujó contra la carne invasora de Yunho.
Hundiéndose profundamente hasta las pelotas, luchó contra
el
impulso de vaciar su semen en la vaina aterciopelada. No
quería que terminara tan pronto. Inclinándose hacia adelante, sus
labios capturaron los de Jaejoong.
El cuello de Jaejoong se estiró, para alcanzar un
contacto más cercano. Tirando de sus grilletes, los delgados músculos
de sus brazos se abultaron.
Los gemidos del joven fueron como fuego, quemando a
través de Yunho.
—Háblame, Jaejoong —susurró, sus labios rozaron los de Jaejoong—.Dime qué sientes.
—Bien…tan bien…Amo...
Yunho no podía moverse más rápido sin perderse. Los
apretados
músculos se adhirieron a él mientras Jaejoong luchaban
para moverse
contra él. La polla, aún erecta, del joven rozaba contra
el estómago
de Yunho. Deslizando sus manos bajo el cuerpo sudado de Jaejoong, Yunho encontró su boca con duros besos. El gusto a cobre
de la sangre en su labio lastimado, no paró el asalto sobre la boca de
Jaejoong.
Los golpes lentos y estables, en el cuerpo apretado,
rápidamente se hicieron frenéticos, cuando Yunho comenzó
a perder el
control. Sufría por esto, necesitaba esto; un esclavo
dispuesto que le
pidiera más, un cuerpo caliente para hacer lo que se le
antojara.
Alguien a quien cuidar, alguien a quien amar.
—Córrete conmigo, Jaejoong... —susurró rudamente. Las
lágrimas
de Yunho se mezclaron con las de Jaejoong mientras su cuerpo explotaba. El esperma caliente mojó su vientre cuando Jaejoong
se corrió otra vez. Tan perdido como Jaejoong, aunque a su
manera, lágrimas, sudor, saliva y semen se mezclaron cuando
encontró, de nuevo, vida en el cuerpo de Jaejoong.
continuara
ahhhhhh ese hyun joong era tan maloo.. Diossss al menos yunnie acepto... aunq sea 30 dias~~ se que se enamorara de el.. lo se..*---*
ResponderEliminarpor fin después de mucho tiempo yunho encontró a su pareja ideal aun que el creo no lo sabe espero y siempre permanezcan juntos y no nomas 30 días sino
ResponderEliminarpues estoy mas que segura que el tratara mucho mejor a jae que lo que ese maldito hizo con el yunho lo llenara de ternura y amor espero y jae no se asuste con el cambio de golpes por caricias y que se adapte pronto a yunho
KHJ es un ... Como ha hecho sufrirá Jae, afortunadamente Yunho es todo lo contrario y quiere que Jae disfrute al igual que el del sexo...seguro pronto se recuperará...
ResponderEliminarGracias
Pero si hacido un desgraciado el muy ....aarg ..pero Yunho se que lo va a cambiar y lo va a tratar como es debido pero el contrato de 30 dias mmm que pasa si cambia algo entre ellos ...hay que leer jejeje
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