—Pasa —dijo Yunho mientras estrechaba la mano de Yoochun.
Había pasado casi una semana desde la entrevista con Changmin. Yunho no había tenido noticias de ningún detective desde entonces—.
¿Qué te trae por aquí?
—Solo quería ponerte al día sobre el caso.
—¿Detuvieron a Hyun Joong? —Yunho lo condujo hacia la sala de estar.
—No. Yunho se paró en seco y se dio la vuelta
—¿Por qué demonios no? —la cólera llameó por él.
—Cálmate. El fiscal quiere construir un caso más grande
en su contra.
—¿Un caso más grande? ¡Torturó y abusó sexualmente de
Jaejoong! ¿Cuánto más grande lo necesita?
Yoochun se movió por delante de Yunho.
—Sabes tan bien como yo que, con sus recursos, detenerlo
sólo
por lesiones lo haría salir bajo fianza en dos horas.
Considerando que Jaejoong es un sumiso, los abogados de Hyun Joong argumentarán que su relación era consensuada. No podemos acusarlo de abuso
infantil en el caso de Jaejoong porque, según los plazos legales,
la causa prescribió hace cinco años. Y no tenemos ninguna prueba
de asesinato más que la suposición de Jaejoong de que Soo
Hyun no sobrevivió a la paliza.
Yunho siguió hacia la sala de estar y se derrumbó sobre
el sofá.
Yoochun tenía razón. No había un caso verdadero y una vez
que ellos arrestaran a Hyun
Joong, sin evidencia disponible, incluso con esclavos todavía en su control, todo podría desaparecer.
—El DA cree que si podemos conseguir más información
sobre
Soo Hyun y sobre lo que le pasó, tendremos una mejor
posibilidad de encerrarlo sin fianza. ¿Crees que Jaejoong podrá hablar
con un poco más de coherencia ahora?
—Tal vez. Te conoce, confía en ti más de lo que lo hacía
con
Changmin . Sólo habló con él porque le pedí que lo
hiciera.
—¿Cómo se adapta a ti?
Yunho se pasó la mano por la cara.
—Mucho mejor. Tuve que dejarlo solo hace unos días y
cuando
me fui, se ocultó en un armario. Desde luego, no he
salido a ningún
lado desde entonces. Está viendo a una psiquiatra,
Elizabeth Hong Ri-na. Por suerte, ella acordó venir aquí para las primeras
sesiones. Debes conocerla, o saber de ella.
—Sí, es toda una bulldog en los procesos para la
acusación.
¿Cuánto sabe ella?
—Bastante. Le dije a Gong Yoo lo que pasaba y tomé un
permiso
para ausentarme de la firma. Si... —hizo una pausa
acompañada de
un suspiro—, cuando esto llegue a la prensa, quiero
reducir al mínimo el daño a la firma.
—Jaejoong podría volver y quedarse con nosotros.
—No, mi carrera puede soportar el escrutinio. Tengo
bastante dinero como para retirarme. En realidad, pensaba en ello
cuando me presentaste a Jaejoong.
—Por pena; no porque quisieras hacerlo.
Yunho sonrió a su amigo.
—Me conoces demasiado bien. Y sí, Jaejoong ha aliviado la
tensión constante que he sentido desde que Karam murió. Pero esto
es más que solo una distracción.
Yoochun se rió.
—Fue una buena cosa que no haya apostado contra Junsu. El
habría ganado. Pensaba que Jaejoong era perfecto para ti.
—Comienzo a pensar que el tiene razón, pero en
definitiva,
esta será la opción de Jaejoong. Primero, tiene que
aprender cómo
funciona el mundo fuera de su jaula. Pero tenemos que
conseguir que Hyun Joong tenga
su propia jaula y pronto. —Yunho se levantó—. Lo conseguiré.
Jaejoong se sintió feliz de ver al Señor Yoochun, pero no
le tomó mucho tiempo para que su placer se evaporarse. Pensar en Soo
Hyun le traía vívidos recuerdos de su propio castigo.
—Jaejoong, tengo que saber que pasó con Soo Hyun después
de su
paliza. Dijiste que creías que había muerto. ¿Qué te hizo
pensar eso?
—Apenas respiraba —Jaejoong cerró los ojos, sus manos se apretaron unidas—. El Amo nos hizo dejarlo, ir a nuestras habitaciones. Lo oí insultar a Soo Hyun, diciéndole que
merecía morir por avergonzarlo.
—¿Avergonzarlo?
—Algunos amigos del Amo estaban allí. Uno de ellos quería
a
Soo Hyun. Creo que el hombre era alguien importante. El
Amo actuaba diferente con él.
—Diferente, ¿cómo?
Jaejoong lanzó una mirada rápida al Amo Yunho.
—Como si el hombre fuera su Amo —Jaejoong suspiró cuando
el
Amo Yunho le dio una sonrisa alentadora y una
cabeceada—.Hasta lo llamó “Señor”.
—¿Por qué este hombre quería a Soo Hyun?
—Soo Hyun era nuevo. Sólo había estado allí unos días. Ni
siquiera
sabía hablar coreano. —Jaejoong cerró sus ojos cuando
recordó el pánico reflejado en una lengua desconocida—. No creo que hubiese
sido correctamente entrenado. Seguía intentando detener al
hombre que lo tocaba. Tuvimos que atarlo al potro. —Su participación
en el
destino de Soo Hyun todavía lo atormentaba. El
aterrorizado hombre había luchado con fuerza—. Pero entonces, el amigo del
Amo se enojó mucho... —Jaejoong no quería hablar más sobre ello. Los
recuerdos que lo desbordaban eran vívidos, demasiado reales.
—Continúa, Jaejoong, tengo que saber.
—Había tanta sangre, ya sabe, después de que el hombre lo
tomó. Fue tan rudo. Tiró del pelo de Soo Hyun con tanta
fuerza que le arrancó mechones. Después de que el hombre terminara, le
dijo al Amo que tendría que hacerlo mejor la próxima vez. El Amo
se puso como loco... Soo Hyun estaba todavía sobre el potro cuando
él agarró la fusta. —Suspiró e intentó apartar los recuerdos, pero no
funcionó. Las lágrimas se derramaban por su cara.
El calor lo rodeó cuando los brazos del Amo Yunho lo
envolvieron. Besos suaves cubrieron su frente.
—¿Qué pasó después? ¿Viste a Soo Hyun otra vez?
Jaejoong se apoyó en el abrazo de su Amo y sacudió su
cabeza.
—No... pero...
—¿Qué, Jaejoong? —la voz de su Amo era tan apacible.
—Creo que lo enterramos ... —No podía parar de sollozar—.
La
noche siguiente, el Amo nos hizo llevar una caja grande a
una furgoneta... Tuvimos que subir en ella. Olia realmente
mal.
Condujimos un largo rato y luego nos hizo cavar un
agujero grande y enterrar la caja. —Enterrando su cara en el cuello del
Amo Yunho, Jaejoong no podía dejar de llorar.
Nunca se había permitido afligirse por Soo Hyun.
Demasiado temor de encontrar el mismo destino, obligó a la tristeza a
meterse en un pequeño espacio oscuro en su mente, uno reservado para
todo el dolor acumulado en su vida. Con la puerta de ese espacio
abierta,
todo el terror, todo el dolor fue inundado con la luz del
día.
Yunho sostuvo más cerca al joven que temblaba mientras
los sollozos salian de él. Era como si se hubiera abierto una
escusa y todo el dolor de su vida saliera inmediatamente.
—Jaejoong, está bien. Se terminó. No tienes que volver a
vivirlo
jamás. —Sus palabras no hicieron nada para restañar el
flujo de
lágrimas.
Palabras histéricas salia de los labios de Jaejoong en un
murmullo
incomprensible.
—Por favor, Jaejoong. Te enfermarás —Rozó su tensa
espalda con
firmes caricias—. Estás a salvo. No dejaré que nada te
pase. Te lo
prometo.
De todos modos las lágrimas seguían fluyendo. Yunho dejó
caer besos sobre su pelo, canturreándole palabras
consoladoras, pero en vano. El histérico llanto había tomado con fuerza al
joven aterrorizado.
—Yoochun, mi teléfono movil, está sobre la mesa. Llama a
la
doctora Hong Ri-na. Ella debería llegar pronto, pero... Yoochun miraba la escena con una expresión desvalida. Se levantó de un salto ante la oportunidad de hacer algo.
Por el rabillo del ojo, Yunho vio a Yoochun agarrar el
teléfono y
buscar en la guía telefónica.
—Cálmate, Jaejoong. —Utilizó un tono más fuerte, con el
que esperaba que los años de entrenamiento hicieran a su
amante obedecerlo y dejar de sollozar. Todavía la pena
atormentaba el delgado cuerpo. Más pena de la que podría ser explicada
por la
muerte de Soo Hyun. Yunho entendía lo que le pasaba, pero
se sentía perdido, sin saber como consolar a Jaejoong, sin querer
verlo sufrir tanto dolor.
Su necesidad de dominar a alguien, infligir un dolor
exquisito a un cuerpo desvalido pero dispuesto, no incluía el dolor
emocional. Karam había sido feliz con él, con su vida juntos. Aunque había
muerto demasiado joven, Karam le había repetido muchas veces que
no querría vivir su vida de ninguna otra manera. Yunho lo había
hecho feliz y ese conocimiento lo había consolado cuando Karam murió.
Jaejoong nunca había conocido felicidad de ningún tipo.
El dolor
era solo dolor y el dolor había gobernado su existencia.
Mientras Yunho sostenía a su afligido amante cerca, la decisión de
abandonar esa parte de su propia vida que Jaejoong no pudiera manejar
parecía fácil.
Usaría todos sus recursos para asegurar que la felicidad
de Jaejoong rivalizara con la de Karam.
El teléfono movil interrumpió sus reflexiones y devolvió
su atención a Yoochun.
—¿Qué te dijo?
—Está aproximadamente a cinco minutos de distancia y
tiene
sedantes en su cartera. Dijo que sigamos intentando
tranquilizarlo
hasta que llegue. —Yoochun se arrodilló cerca del sofá,
su mano
tendida frotó el hombro de Jaejoong—. No dejaremos que
nadie jamás vuelva a hacerte daño, Jaejoong. Y me aseguraré de que Hyun Joong pague lo que te hizo a ti, a Soo Hyun y a todos los
demás. Eso es lo que la policía hace, Jaejoong. Es por eso que tuve que
preguntarte todas estas cosas.
Yunho dirigió una pequeña sonrisa forzada a su amigo.
Nada ayudaba a Jaejoong a tranquilizarse. Sólo esperaba que la
doctora llegara pronto.
Atontado por el fuerte sedante, el cuerpo de Jaejoong se
apoyaba
casi sin fuerzas contra Yunho.
Los ojos oscuros de la doctora miraron la escena con un
leve fruncimiento de su frente.
—¿Qué lo puso en este estado?
—Lo estaba interrogando. Soy el detective Park Yoochun. —Ofreció su mano a la doctora.
Ella la aceptó casi en el último instante.
—No debería intentar conseguir más información, hasta que haya recibido algún tipo de terapia antes.
—No puedo esperar. Hablamos de sumar el cargo de
asesinato a
los de agresión con lesiones a Hyun Joong. Tengo que saber qué pasó y Jaejoong es el único testigo.
—Entiendo, pero ¿en serio espera conseguir algo si los recuerdos le provocan este tipo de reacción? —agitó la
mano en dirección a Jaejoong.
—Creo que es mucho más que el recuerdo de un incidente en concreto. —Yunho todavía acunaba a su amante, que ahora
se veía más tranquilo—. No podía entender la mayor parte de lo
que decía, pero creo que así fue toda su vida hasta ahora.
—Tal vez, ha comprendido que todo eso ha terminado.
—La doctora Hong Ri-na mostraba una mirada comprensiva—.
Sería muy provechoso para su recuperación. A veces lleva años
llegar a ese punto.
—Espero que sepa, que eso está terminado. —Yunho siguió
abrazando al hombre medio dormido sobre su pecho. Después
de
darle un beso apacible en la frente ahora relajada, echó
un vistazo
hacia sus invitados—. No dejaré que nadie más le haga
daño.
Los labios de la doctora Hong Ri-na se curvaron en una
leve sonrisa.
—Yo le creo, pero ¿y él?
—Creo que también. —Miró hacia la pacífica cara—. Al
menos
eso espero. Viene a mí cuando tiene miedo. Tomo eso como
un signo de que sabe que lo protegeré.
—Doctora Hong Ri-na, ¿cree que será capaz de responder
algunas
preguntas más? —preguntó Yoochun.
—Probablemente hoy no. Le di una dosis bastante fuerte.
—Dijo que Hyun
Joong les hizo enterrar el cuerpo de otro esclavo. Tengo que saber dónde. Si puedo relacionar un
cuerpo con
Hyun Joong, lo
encerraré para siempre. Necesito esa información.
—No sonó como si pudiera ser capaz de ayudarte a
localizarlo,
Yoochun. —Yunho quería que encerraran a Hyun Joong, pero no estaba seguro de poder manejar la mirada de sufrimiento de Jaejoong
en un nuevo interrogatorio—. No si eso lo trastorna como pasó
antes.
—Hoy no —dijo la doctora Hong Ri-na—, tal vez mañana,
pero
quiero estar aquí. Puedo darle un sedante suave para ayudar
a mantenerlo tranquilo, antes de que comience.
—Gracias —dijo Yunho antes de que su mirada fuera a la
deriva
regresando a Jaejoong.
En su sueño, los labios de Jaejoong se movían. Sus dedos,
todavía
curvados alrededor del brazo de Yunho, lo apretaron.
Yunho envió una oración silenciosa para que sus sueños
fueran
pacíficos. Ignorando la inquisitiva mirada de la buena
doctora, Yunho rozó un beso contra los labios de Jaejoong.
Jaejoong no se había despertado cuando Yoochun ayudó a Yunho
a
llevarlo a la cama. La doctora Hong Ri-na comprobó sus
signos vitales antes de marcharse. Les dijo que probablemente dormiría
hasta la noche y tuvo razón.
Yunho lo sostenía cerca en la temprana luz de la mañana.
Dos o
tres veces, se despertó para oír los murmullos de Jaejoong
en sueños, pero se calmaba en cuanto Yunho lo tocaba. La fuerza de
la confianza de Jaejoong en Yunho lo consolaba. Sólo una semana había
pasado desde que Jaejoong llegó para un simple almuerzo. Muchas veces Yunho se había
preguntado si era solo suerte o debería agradecerle al destino que trajera a Jaejoong a su vida.
La pena profunda que sentía por Karam no se había ido,
nunca se
iría completamente, pero Jaejoong había ahuyentado lo
peor del dolor.
Parecía que era el turno de Yunho, para exorcizar los
demonios de
Jaejoong. Sólo tres semanas quedaban para cumplir su
acuerdo temporal. Si las cosas hubieran sido diferentes, ya
habría reclamado permanentemente a Jaejoong como suyo. Pero no era solo su
decisión y Jaejoong no era capaz de hacer una elección objetiva.
Cuando Jaejoong se removió contra él, Yunho se alejó. En
los últimos días había logrado evitar el sexo diciéndole a Jaejoong
que estaba cansado. Lamentablemente, su cuerpo no seguía con
la
charada. Su gran erección mostraba la verdad de su mentira.
Quería a Jaejoong tanto que le dolia, pero la doctora tenía razón
y lo supo en el minuto en que ella lo dijo. El sexo enturbiaría la
recuperación de Jaejoong, así que en lugar de disfrutar del delgado
cuerpo, Yunho se arreglaba con duchas frías y su mano, en privado.
—Buenos días —le susurró cuando los ojos de Jaejoong se
abrieron.
Sus pestañas parpadearon varias veces antes de que Jaejoong girara su cabeza para mirar a Yunho.
—¿Amo?
—Aquí estoy. —Yunho pasó una mano por el suave pelo negro.
La
idea del pelo de Jaejoong largo hasta los hombros pasó
por su mente.
Quiso decirle que se lo dejara crecer, pero de repente se
detuvo. Esta era otra de las decisiones que Jaejoong debería aprender
a tomar. Le sonrió al hombre más joven. La ironía de reeducar a Jaejoong,
y que él también tuviera que cambiar, hizo que su sonrisa se
amplie—.¿Cómo te sientes?
—Dolorido... —Jaejoong giró su cabeza de un lado a otro, estirando los músculos del cuello—. ¿Qué ha pasado?
—¿No lo recuerdas?
—El Señor Yoochun estaba aquí... —Jaejoong frotó sus ojos
y se
sentó. Una arruga plegaba su frente—. Me hizo algunas
preguntas.
—Sí, y eso te trastornó. Cabeceando, Jaejoong cerró sus ojos.
—¿Amo?
—¿Sí?
—¿Estoy en problemas ahora? Yo ayud... —un sollozo suave ahogó sus palabras.
—Shhh... —Yunho se sentó a su lado y deslizó un brazo
alrededor de él—. No, nunca estarás en problema por decir
la verdad.
—Pero ayudé al Amo. Lo ayudé a ent...—No tenías otra opción. No pienses en ello ahora. Yoochun vendrá más tarde con la doctora Hong Ri-na. Hasta
entonces, no tienes que preocuparte.
Jaejoong se inclinó hacia él, sus brazos se envolvieron
alrededor de Yunho. El delgado y cálido cuerpo que se presionaba
contra él,
hacía difícil resistirse a la tentación.
Yunho se separó de él antes de que su voluntad lo
abandonara.
—Tienes que comer algo. Ve y toma una ducha, mientras nos
preparo algo de comer. —Saliendo de la cama, tomó su
ropa,
esperando que ocultara su excitación.
—¿Amo? —el obvio aumento que tensaba la sábana sobre la
ingle de Jaejoong explicaba el tono melancólico de su
voz.
Yunho se inclinó y besó la frente de Jaejoong.
—Ve. Dúchate. —Yunho se apresuró a salir del cuarto antes
de
decidir que la doctora estaba equivocada.
—Hola Jaejoong, realmente no pudimos conocernos ayer.
Estabas
un poco alterado cuando llegué. —La dulce sonrisa de la
doctora
Hong Ri-na no pareció tranquilizar a Jaejoong y la miró
confundido cuando le ofreció su mano. Ella la retiró después de unos incómodos
segundos.
Yunho estaba apartado mirándolos. Por lo que podía decir, excepto Junsu, hacía ya muchos años que Jaejoong no había
tenido ningún contacto con una mujer. Había escogido a la doctora Hong Ri-na
basándose en sus credenciales, pero tal vez debió
considerar su género también.
—Jaejoong, ella es la doctora de la que te he hablado.
Jaejoong no estaba muy contento de tener que hablar con
otra persona y la prueba de su incomodidad se mostraba sobre
su cara ahora. Yunho consideró su expresión como un buen signo.
Normalmente, un sumiso no mostraría ningún descontento
ante la
petición de su Amo.
La doctora Hong Ri-na actuó como si no hubiera nada
insólito en su comportamiento.
—Jaejoong, hablar ayer con el detective Yoochun te
trastornó tanto, que tuve que darte una medicina para calmarte. Hoy,
quiere hacerte algunas preguntas más, pero esta vez voy a darte una
medicina primero. Te ayudará a mantenerte tranquilo.
Los ojos de Jaejoong se lanzaron hacia Yoochun antes de
encontrar
la mirada de Yunho.
Cabeceando su aprobación al desconcertado joven, le
sonrió.
—Está bien, Jaejoong. Haremos lo que ella dice.
La doctora Hong Ri-na cabeceó y abrió el pequeño bolso
negro que
trajo consigo.
—Sólo será un pequeño pinchazo, Jaejoong, y luego
comenzarás a
sentirte un poco soñoliento, ¿de acuerdo? —movió un
pequeño frasco de arriba abajo y después lo pinchó con una aguja
hipodérmica a través del sello de goma.
Yunho echó un vistazo a la cara pálida de Jaejoong.
Sus ojos seguían cada movimiento de la doctora.
—Jaejoong, está bien. Lo prometo.
Jaejoong saltó ligeramente ante la voz de Yunho y se giró
para mirarlo. Levantó su mano hacia él y luego la dejó caer.
—Oh, al demonio con ello —masculló Yunho. Sentándose al
lado
de Jaejoong, rodeó con su brazo los hombros del nervioso
hombre.
Con su gesto de protección sintió cómo la tensión de Jaejoong
disminuía, como si se hubiera puesto bajo un cobertizo
para
protegerse de la lluvia. Jaejoong se relajó bajo el
abrazo de Yunho. Su cabeza se inclinó sobre el hombro de Yunho mientras
exhalaba un largo suspiro de alivio.
Yunho desafió, silenciosamente, a la doctora a decirle
algo, pero
su ceja arqueada bajó cuando miró a Jaejoong.
Una cabeceada rápida fue su único comentario.
—Enrolla la manga, Jaejoong. —Cuando él condescendió,
ella lo
inyectó rápidamente.
Yunho compartió el leve estremecimiento de su reacción,
sin embargo Jaejoong no se movió de su abrazo.
—Esto deberá surtir efecto rápidamente. —Comenzó a
recoger y
guardar sus instrumentos mientras Yoochun llevaba una
silla más
cerca de Jaejoong.
—¿Cómo te sientes, Jaejoong? —la voz de Yoochun era
apacible y
baja.
—Un poco mareado, Señor...
—Es porque te está haciendo efecto la medicina, Jaejoong.
Eso es
normal. —La doctora Hong Ri-na se sentó en otra silla
enfrente del sofá—.Dime si sientes náuseas.
Jaejoong cabeceó, pero no miró a la mujer.
—Ayer, dijiste que Hyun Joong te llevó en una furgoneta, a
algún sitio, para enterrar una caja. —Yoochun mantuvo su
voz baja, calmante.
—Sí, Señor —masculló Jaejoong.
—¿Recuerdas cuándo fue?
—De noche...
—¿Cuándo fue, este año, el año pasado?
—No sé. Todos los días parecen iguales.
Yoochun frunció el ceño.
Yunho casi podía ver sus pensamientos. ¿Cómo Jaejoong
sabría cuándo? No le permitían mirar la televisión o leer un
periódico. Los años de su vida pasaban sin un modo de contar los días.
—¿Era invierno? ¿Hacía frío cuando cavaban o hacía calor,
como
en verano?
—Invierno. Había muchas luces sobre las ventanas de las
casas.
—Las palabras de Jaejoong se pronunciaban un poco
mareadas.
—¿Como las luces navideñas? ¿Recuerdas la Navidad?
—Sí... De hace mucho tiempo —Jaejoong cabeceó y miró a Yunho.
Una pequeña sonrisa curvó sus labios—. Recuerdo la
Navidad.
—¿Eran esas luces navideñas? —Yoochun le preguntó otra
vez.
—Sí... Sí, Señor —la cabeza de Jaejoong se movió mientras
la
medicación hacía pleno efecto.
Yunho echó un vistazo a la doctora Hong Ri-na, pero ella
no pareció preocupada.
—¿Fue cerca de la época en que fuiste hospitalizado?
—Sí, Señor... Él... —siguió pensando...—. Yo no quería
ser la
siguiente caja... —Su voz se quebró ligeramente.
Yunho podía sentir que la tensión volvía a los hombros de
Jaejoong.
—Está bien, bebé. —Besó la sien de Jaejoong—. Lo estás
haciendo
bien. Yoochun dirigió su mirada a Yunho.
—La pasada Navidad. Hace cuatro meses. —Volviendo su atención a Jaejoong, Yoochun le preguntó—: ¿Viste hacia
dónde fue la
furgoneta? ¿Algo que podría ayudarnos a encontrar la
caja? ¿Como un letrero de la calle o algún indicador de ciudad?
—No recuerdo...
La doctora Hong Ri-na se inclinó hacia adelante.
—¿Jaejoong, no recuerdas o no quieres recordar?
—No se supone que diga... He dicho demasiado. —Jaejoong
se dio
vuelta hacia Yunho—. Por favor, Amo, me matará también...
Acariciando la mejilla de Jaejoong, Yunho se inclinó y
rozó sus
labios con un beso.
—No, no lo hará, Jaejoong. Si encontramos la caja, Hyun Joong irá a prisión y nunca saldrá. Tú y otros como tú estarán a
salvo. Si
quieres que nadie más sufra como tú y Soo Hyun, tenemos
que encontrarla caja.
Con los ojos llenos de lágrimas, Jaejoong asintió. Giró
la cabeza
para besar la palma de Yunho antes de alzar la vista
hacia Yoochun otra vez.
—Era un nombre gracioso. No sé cómo decirlo, pero
comenzaba
con mamá.
—¿Mamaroneck? —Yoochun miró a Yunho—. Hyun Joong tiene
una casa en Mamaroneck. ¿Se atrevería a enterrar la
evidencia en su propia casa?
—¿Por qué no? No tiene ni idea de que a alguien se le
ocurriría
mirar allí. —Yunho abrazó a Jaejoong un poco más fuerte.
Excepto que Jaejoong lo sabía. Se juró no perder de vista a Jaejoong
hasta que Hyun Joong
estuviera seguro tras las rejas—. La declaración de Jaejoong debería bastar
para una orden de registro.
Yoochun cabeceó cuando él se levantó.
—Lo has hecho muy bien, Jaejoong. Muy bien. Gracias. Yunho,
te
avisaré cómo va. —Él anduvo hacia la entrada con la
velocidad de un hombre con una misión. Casi en el último momento se
volvió hacia la doctora Hong Ri-na—. Doctora, a usted también, gracias.
Espero que pueda ayudar a Jaejoong. Es un joven bueno. Merece alguna
felicidad.
Yunho no podía estar más de acuerdo.
Incapaz de molestar al hombre medio dormido en sus
brazos, Yunho dejó que la doctora encontrara la salida. La
tensión de la entrevista abandonó despacio su cuerpo mientras
acariciaba el pelo de Jaejoong. Si ellos encontraran el cuerpo, el dinero de
Hyun Joong no le ayudaría. Una vez que los detalles del caso fueran presentados, Yunho estaba seguro que el hombre sería detenido sin
fianza.
El lunes Jaejoong comenzaría la terapia con la doctora Hong
Ri-na.
Hasta que él se sintiera cómodo con la mujer, se
encontrarían aquí,
con Yunho cerca. Cuánto tiempo duraría la terapia era una
incógnita.
Más que los veintiún días que quedaban del contrato, eso
seguro.
Yunho estaba de pie en la entrada del dormitorio mirando
el sueño de Jaejoong. La primera sesión con la doctora Hong
Ri-na tomó mucho de ambos. Al final, sedó a Jaejoong otra vez. Yunho quería
acercarse y sostenerlo mientras dormía, pero la tentación del delgado y cálidocuerpo
contra el suyo sería demasiado. En vez de meter a Jaejoong en su propia cama,
lo había puesto en el cuarto de Karam. No podía dormir a su lado o el consejo
de la doctora Hong Ri-na sería historia. Tanto como odiaba ser incapaz de hacer el amor con Jaejoong, sabía
que lo mejor era controlar sus deseos.
El sonido de su teléfono lo sacó de sus pensamientos.
Cerrando
la puerta, se apresuró para cogerlo antes de que el ruido
despertara a Jaejoong.
—Jung.
—Yunho, soy Yoochun. Lo tenemos.
—¿A Hyun Joong?
—Sí. El cuerpo está en la morgue y Hyun Joong bajo custodia.
Gritaba que era un arresto ilegal, pero no irá a ninguna
parte. Mañana
lo llevarán ante el juez.
—¿Tienes bastante para negarle la fianza?
—Creo que sí. Pero nunca se sabe hasta que eso pase.
—¿Sabe que fue Jaejoong quien lo delató? —Yunho se
paseaba por
toda la sala de estar. La última cosa que quería saber
era que
Hyun Joong sabía
sobre Jaejoong.
—No se lo dijeron, pero creo que lo oí mascullar su
nombre cuando lo trajimos.
Yunho cerró sus ojos y obligó a su respiración a retornar
a la normalidad.
—¿Y en cuánto a su casa? ¿Hay otras víctimas?
—Ya tengo la autorización y voy de camino hacia allí ahora.
Un suspiro de alivio obligó a salir el aire de los
pulmones de Yunho.
—Bien. Eso está bien. Mantenme informado. —Colgó el
teléfono
mientras se dejaba caer en el sofá. Jaejoong estaba a
salvo.
—¿Amo?
Yunho miró alrededor para ver a Jaejoong parado en la
entrada.
—¡Eh! Deberías estar dormido.
—Tenía una... No estaba allí... —Agachó la cabeza, pero
se mordía el labio, su preocupación era visible.
—Ven aquí. —Yunho le hizo señas para que se le uniera
sobre el sofá. Jaejoong no vaciló. Un suspiro suave atormentó el cuello
de Yunho
cuando Jaejoong se acurrucó bajo su brazo.
—¿Pesadillas?
Una cabeceada fue la única respuesta.
—Ya es hora de que tus pesadillas se terminen. —Yunho
sonrió
mirando los curiosos ojos negros—. Yoochun llamó: Hyun Joong está en la cárcel y es poco probable que escape esta vez. Tu vida
es tuya ahora, Jaejoong, para hacer todo lo que quieras hacer.
—Quiero quedarme contigo. —Los ojos negros estaban
abiertos,
tan inocentes y, Dios lo ayudara, tan sinceros.
—Jaejoong, no puedes saber lo que quieres. Nunca
conociste otra
cosa excepto el abuso. Ser sumiso es más que la
aceptación del dolor u obedecer órdenes.
—Tú no me haces daño. Me haces sentir bien. —Una pequeña
arruga frunció su frente.
Yunho rió y sacudió su cabeza.
—Pero he querido hacerte algunas cosas... cosas que
podrías no
entender. Quiero ser rudo, verte indefenso y atado y
rogando…
El miedo revoloteó por los ojos de Jaejoong, pero no
apartó su
mirada.
—Pero durante todo el tiempo en que te haga esas cosas,
quiero
que sientas el placer que hay en ellas, no quiero que
sientas dolor
porque sí, ni porque yo lo quiero así. Quiero que sientas
placer porque tú lo quieres y me quieres a mí. Hasta que no esté seguro
de que es tu elección, no lo haré. No te tocaré.
—¿Es por eso que me has puesto en el otro cuarto?
Yunho suspiró y dejó que su mano acariciara la mejilla de
Jaejoong.
—Sí. Y por eso, tienes que quedarte en el otro cuarto.
—¿Ya no me quieres más? ¿Quieres a Karam?
Yunho no podía parar las lágrimas en sus ojos.
quiero a Karam. ¿Cómo supiste sobre él?
—A veces susurras su nombre en sueños.
Yunho tragó el nudo que tenía en la garganta.
—Estuvimos juntos durante diez años. Lo amé muchísimo.
Los dedos de Jaejoong capturaron las lágrimas que
escapaban.
—¿Por qué no lo recuperas?
Un pequeño sollozo se formó en la garganta de Yunho.
—Si hubiera algún modo de recuperarlo lo haría. Pero
murió,
Jaejoong. Enfermó y murió.
Por primera vez, los brazos de Jaejoong se envolvieron
alrededor
de Yunho por propia iniciativa.
—Lo siento, Amo. No lo sabía.
—No pensé en decírtelo. —Abrazó a Jaejoong apretándolo
contra
sí—. Nuestro “llegar a conocernos el uno al otro” del
almuerzo resultó un poco diferente de lo que esperé.
—¿Hiciste todas aquellas cosas... las cosas que quieres hacerme... las hiciste con Karam?
—Sí, pero Karam conocía sus límites. Me decía si era
demasiado o
insuficiente. Disfrutaba de nuestros juegos, tanto como
yo.
—Yo podría hacerlo. Hacer lo que quieres.
Yunho respiró y pasó sus manos por sus ojos.
—Sé que podrías, pero no sé si sabrías decirme cuándo
detenerme. Esa es la parte más importante de ser un
dominante o un
sumiso, conocer los límites.
—Yo podría hacer eso... —El temblor de la voz de Jaejoong
traicionaba su miedo.
—Tal vez algún día, pero no ahora. —Yunho besó su pelo—.
Ahora nos concentraremos en ponerte mejor. —Le abrazó un
poco
más fuerte—. Y para hacerlo, tienes que comenzar
durmiendo en otro cuarto.
—Es por eso que no haces... ya sabes... —Sí —suspiró—. Es por eso que no tenemos “ya sabes”. —Un
último beso en la frente de Jaejoong—. Vamos. Deberíamos
comenzar a hacer algo para cenar.
ahhhh que bueno que ya agarraron a hyunjoong es hora de mi boo pueda ser feliz...
ResponderEliminarcon el demonio en el infierno por fin jae podrá ser feliz con yunho
ResponderEliminarsolo espero y si logre aceptarlo como yunho desea que jae lo haga
Ojalá prontoJae se recupere mentalmente para que tome una decisión sobre su futuro ya siendo una persona libre, sin ningún temor a nada.
ResponderEliminarGracias
Que bueno que hallan atrapado al desalmado de Hyungjoong y ahora pague todo lo que a hecho ....espero que Jaejoong se recupere que olvide sus miedos y este mentalmente estable
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